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| Foto: Cortesia redes sociales |
No es Damasco. Israel, o Irak. Es Tumaco Colombia. El horror del conflicto armado, en el cuarto país más desigual social y económico del mundo.
Los dos chicos caídos "en combate", son humildes policias, hijos de la patria. Muertos a traición, mientras prestaban servicio de vigilancia, en un sector popular de la Perla del Pacífico.
Otros jóvenes, como ellos, cometieron el doble homicidio en su lucha equivocada por ganar dinero fácil a como de lugar.
Son los hijos del pueblo, que abandonan de manera fugaz el anonimato de sus vidas, para alcanzar la notorioedad repentina de los titulares de noticieros, emisoras y periódicos por unas cuántas horas.
Ya fueron sepultados víctimas y victimarios en el olvido y la indiferencia de un país sumido en la barbarie, la exclusión y el embrutecimiento mediático general.
Los de siempre tienen casi todo bajo control.
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